lunes, 17 de febrero de 2014

Orgullo.

¡¡Hooola!!

Posiblemente esta sea una de mis últimas entradas al blog, ya que lo fundamental ya está dicho. La verdad es que no puedo mostrar mucho más, ya que los paisajes no se pueden captar bien con fotos. Pero hoy, como despedida, voy a contaros una de las mejores historias que he escuchado y de la que más orgullosa me siento. Se trata de un poquito de la vida de mi abuelo y de mi bisabuela.

Mi abuelo no tiene casi recuerdos de su padre ya que se marchó a América para conseguir un poco de dinero cuando él era pequeño. Y por causas desconocidas, éste no volvió nunca más. Mi bisabuela y mi bisabuelo se mandaban cartas y él la iba informando a cada paso que daba. La última carta que llegó de él cuenta que ya iba a regresar para Limiñón y que llevaba consigo el dinero que había ganado durante su estancia en América. Esa fue la última vez que se supo de él. Hay dos versiones que justifican esto. En la primera, que a mi parecer es la peor de las versiones, se dice que mi bisabuelo no volvió ya que hizo allí otra familia. Pero sinceramente, yo me quedo con la segunda versión que es más "emocionante" y por lo menos así no pienso que abandonó a mi familia. Mi bisabuelo estaba ya en la embarcación para volver a su hogar, pero unos piratas (no como los que aparecen en las películas) asaltaron el barco y le quitaron a mi bisabuelo el dinero junto con la vida.

Tras este suceso, mi abuelo fue criado junto con sus hermanos por una única madre que vivió prácticamente toda su vida sin marido, con una casa que cuidar y con un montón de hijos a su cargo. Quizás por eso salió tan buena persona. Y digo esto, no porque sea su nieta, sino porque él realmente lo era. Después de trabajar toda su jornada en casa (en el campo y con los animales) iba andando hasta los pueblos vecinos (Xan Rozo, Betanzos,  Vivente, Cos, Meangos, Guiliade...) e iba a poner inyecciones y hacer de médico con las cosas que había aprendido en la Guerra Civil, ya que él había trabajo en las enfermerías curando a los heridos de guerra. También ayudaba a la gente que no tenía comida o no tenía dinero como por ejemplo para enterrar a algún familiar. Mi abuelo trabajaba en un pequeño negocio y regalaba patatas a la gente o incluso prestaba parte de sus ganancias. Realmente mi abuelo era un buen hombre de los pies a la cabeza que aunque le costara expresar sus sentimientos, sin duda alguna, con sólo mirarle a los ojos ya sabías que te quería un montón.


Y nada, lo siento por hacer una entrada tan grande, pero tenía la necesidad de dar a conocer un poquito de la historia de mi abuelo y de mi bisabuela, que sin duda alguna, fueron, son y serán dos personas realmente increíbles.



Mi abuelo cuando era joven.

Mi abuelo y yo en uno de sus cumpleaños.




Espero que hayáis pasado un buen rato leyendo todo esto y que por lo menos sepáis un poquito más de las cosas que hay ocultas por Galicia. ¡Un saludo y hasta pronto cónfanos!

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